La patria de los de abajo, por Mario Sánchez 

La patria de los de abajo, por Mario Sánchez 
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España pertenece a los de abajo. España nace de los olvidados. De los que no tienen más que el orgullo de saberse españoles.
Lo hemos visto estos días.
Mientras otros se fabrican naciones al por menor, creadas por científicos de la mentira en los laboratorios de la traición, y necesitan inyectar a la sumisa ciudadanía dosis televisivas diarias de falsedad y embuste, España ha vuelto a resurgir -tímidamente aún- al margen de gobiernos desleales, políticos a medio camino entre la vileza  y la insidia, y medios de comunicación que no sabían dónde meterse ante semejante riada espontánea de patriotismo políticamente incorrecto.

Lo hemos visto estos días. En Cataluña han hecho falta cuarenta años de nacional-pujolismo para crear, desde arriba -desde oscuras elites-, una “nación” a la medida de los lobbies financieros mundialistas, su perversa ideología masónica y su manifiesto propósito de demoler España, desmantelar los valores que la levantaron como patria civilizadora y arrasar con su huella en la historia. Cuánto dinero, cuántas mentiras, cuántas horas de televisión, cuántas líneas de tinta oscura ha hecho falta para encanallar a buena parte de los catalanes contra su patria.
Y ni así.
Sin embargo, a pesar del tabú que ha rodeado -durante los últimos cuarenta años de régimen antiespañol- no ya a la propia existencia de España, sino al solo hecho de nombrarla por su hermoso nombre -España, nuestra España-, a pesar de todo ello, el pueblo español ha demostrado que aún está vivo, ha declarado que todavía tiene vocación de lucha incansable, ha justificado -con apenas una insinuación de su poderío- ser hijo de los más audaces conquistadores y de la más alta fe.
Sin dinero. Sin subvenciones. Sin políticos.
Con la justicia en la mano en forma de bandera y la verdad en la boca gritando España.
Esta es nuestra Patria. La que nace del pueblo y de lo sencillo para elevarse a lo más alto triunfando como Patria y tocando el sol.
La de los de abajo que aspiran a la gloria cuando esta se llama España.
La del sudor del taller y los versos en el hogar.
La de los parias lazarillos y los hidalgos donquijotes.
La de las sucias tabernas que están más limpias de almas que los limpios templos.
La del 2 de mayo y el 18 de julio.
La de Miguel Ángel Blanco.

Porque no hay nada más peligroso para este sistema que un español cabreado con un fusil en la mano.