Gerardo Salvador Merino (La Revolución Pendiente)

Revolucionario como el que más y desconocido como ninguno, quizás porque no interesa o quizás por su intrigante historia, Gerardo SALVADOR MERINO es uno de los personajes más ocultos y con un sentido social más atractivo del doctrinario Nacional Sindicalista.
Nacido el 8 de septiembre de 1910 en Herrera del Pisuerga (Palencia), donde sus padres (Gerardo y Claudia) explotaban un molino familiar, lo que les permitía vivir con cierta holgura para mantener a sus siete hijos. Curioso es que en la citada localidad también naciese José Antonio Girón de Velasco con el que, a pesar de compartir los primeros estudios, no llegó a relacionarse amistosamente.
Desde muy joven Gerardo milita en las filas del PSOE, a pesar de que su padre era militante de la CEDA. En Mayo de 1933, miembros de la Casa del Pueblo (PSOE) de su localidad natal atentan contra su padre, dejando como balance el asesinato de la madre de nuestro personaje, lo que influyó decisivamente en su evolución política inscribiéndose en las filas de las JONS. A finales de ese mismo año en una de las tertulias del Café Lyón de Madrid conoce a José Antonio PRIMO DE RIVERA, con el que empieza a tener una cordial relación que le animó a su ingreso en La Falange.
Gerardo se licenció en derecho en la Facultad de El Escorial y en octubre de 1935 aprobó la oposición a Notarías que empezó a desarrollar en el pueblo coruñés de Puente de García Rodríguez.
Al inicio de la guerra civil forma parte de las columnas del frente Asturiano en el que fue herido dos veces. Durante el periodo de convalecencia es nombrado Jefe Provincial de la Coruña en 1937 del Partido Único del Bando Nacional, FET de las JONS, en sustitución de Germán Álvarez de Sotomayor (antiguo cenetista y fundador del Sindicato Falangista CONS) cuando éste partió hacia el Frente y con el que siempre tuvo una estrecha relación.
En abril de 1938 organizó una manifestación de 14.000 falangistas en la Plaza de toros de La Coruña, en la que se reclamó con insistencia la REVOLUCION NACIONAL SINDICALISTA, lo cual levantó los temores del derechoso de la CEDA, Ramón Serrano Súñer, debido a la repercusión que tuvo en Burgos, entonces sede del gobierno de los sublevados. Este hecho supuso el cese de Gerardo por parte de Raimundo Fernández Cuesta.
En 1938, Gerardo rechaza un nuevo nombramiento incorporándose a filas con los galones de sargento ganados como meritos de guerra.
Una vez acabada la guerra civil y tras varios tira y afloja con Serrano Suñer, se le nombra Delegado Nacional del Servicio de Sindicatos, desde donde inicia una actividad de alto contenido social de Sindicalismo Falangista. En 1940 promulga la Ley de Unidad Sindical por medio de la cual acerca los trabajadores a los órganos de poder, lo que promueve los temores de las clases más poderosas económicamente del régimen y un gran sector conservador del ejército, tachándole de “peligrosamente revolucionario”.
Pero lo que de verdad colma el vaso de la incipiente oligarquía nacional fue que el 31 de marzo, conmemorando el 1º aniversario de la Victoria, organizó un desfile de miles de obreros por el Paseo de la Castellana de Madrid, distanciándose nuevamente del todo poderoso Serrano Súñer.
A partir de ese momento crece el rumor de una conspiración por parte de Salvador Merino junta a los Generales Yagüe y Muñoz Grandes, entre otros, para formar un gobierno de militares y falangistas.
En abril de 1940 se traslada a Alemania invitado por parte de la representación del parido Nacional-Socialista alemán en España, donde acuerdan la colaboración laboral entre los dos países, causando una grata impresión entre las autoridades alemanas; mientras, en España, se incrementó el rumor de un próximo y rápido pronunciamiento Falangista, lo que sirvió de excusa a los intereses Británicos difundiendo de forma descarada la propaganda de que Gerardo Salvador Merino era un alto cargo de la masonería en nuestra Nación.
El 3 de junio del mismo año tiene lugar el segundo Consejo Nacional de Sindicatos, en el que Salvador apuesta claramente por tres cosas: la primera, poner las bases para la definitiva mejora de la vida del campesinado, segunda, la autonomía sindical dentro del Falangismo sin otra intervención de poder y tercera, que la prensa Falangista no tuviera otra censura que ella misma. La Ley de Arrendamiento, la intensificación social de colonización agraria, el Instituto de Crédito Sindical Agrícola y un sinfín de medidas para la mejora y participación del trabajador en las instituciones, son lo que coloquialmente se conocería como Ley de Bases, que organizaba a la sociedad por medio de la Central Nacional Sindicalista (CNS) vertebrada en 24 Sindicatos de Productores Nacionales.
Mientras tanto, sigue engordando el rumor de que Salvador Merino era miembro de la Masonería. Parece ser que la existencia de una carta en la que un masón presentaba a Salvador a otro masón (de esto, hasta el propio Serrano Suñer decía que carecía de importancia), era la treta perfecta para que las altas esferas económicas que colaboraban con el nuevo régimen unido al temor británico de que España pasase a formar parte del Eje, debido al fuerte sentimiento germanófilo de los presuntos implicados, echaran basura sobre las ansias revolucionarias de los más puros Falangistas.
Estando Salvador en su viaje de novios en Mallorca, recibe noticia de que el tribunal especial contra el comunismo y la masonería iba a acusarle ante la junta Política y que debía presentarse urgentemente en Madrid.
El Alto Tribunal lee las cartas en presencia de Salvador y en las que se cita que éste promete su presencia en todos los actos que celebrasen las logias en España. Salvador no se asusta y dice ya saber de la existencia de esos documentos que, además de falsos, eran producto de la Empajada Británica y de los anglófilos españoles.
Desde ese momento, Serrano Suñer empezó a depurar en los sindicatos a todos los que trataban de llevar a cabo Nacional Sindicalismo dentro de estos, poniendo en los cargos vacantes a sus afines y adláteres, por lo que la gente se preguntaba: ¿Cómo hacer Falangismo sin Falangistas?.
El Tribunal falla que Gerardo Salvador Merino era convicto de delito consumando de masonería y le impone la pena de 12 años y un día de reclusión sin posibilidad de volver a desempeñar ningún cargo publico.
En medio de una creciente convulsión política, Salvador recurre la sentencia alegando entre otras muchas cosas que “jamás había sido masón y que su acusación era una canallada, mucho más, sabiendo que su madre había sido asesinada por marxistas defendidos por masones”. El caso es que definitivamente fue expulsado de FET y deportado a Baleares. Tras cumplir el destierro se aparta de la política y en los años sesenta y setenta es director gerente de la empresa Motor Ibérica.
Respecto a los votos de los participantes en el Tribunal, hay varios y diversos rumores que, precisamente por no estar confirmados en los escritos relacionados con este asunto, no merecen consideración alguna; pero hay una cosa cierta y es que la sentencia conlleva a la desaparición definitiva de la posibilidad de crear en España el Estado Nacional Sindicalista, saliendo victorioso con sus pretensiones Ramón Serrano Suñer que, a pesar del desgaste sufrido entre tanta intriga, se ve favorecido por la declaración de guerra de Alemania a Rusia y, al grito de “Rusia es culpable” propició la iniciativa Falangista de la División Azul, donde encontró la formula mágica para eliminar del régimen todo resorte revolucionario Nacional Sindicalista al incorporarse sus más bravos baluartes a la lucha contra el Bolchevismo.
A poco de finalizar la II guerra mundial, el que con el tiempo fue conocido como “el cuñadísimo” (Serrano Suñer), se hartó de manifestar que La Falange debía ser licenciada con honores al no ser ya necesaria para misión alguna. Todo esto mientras se hinchaba a levantar el brazo poniendo flores en la tumba de José Antonio en plena depuración del Falangismo que, heroicamente, volvía junto a la División Azul. ¡Paso libre a los tecnócratas derechosos del liberalismo económico del OPUS!
Y todos, entre ellos los “papás” de los del PSOE y PP, disfrazados con la gloriosa Camisa Azul Mahón y proletaria, ¿a ver que nos cuentan los de la memoria histórica?


CAMARADA GERARDO SALVADOR MERINO
¡¡¡PRESENTE!!!
¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!
Carlos Rodríguez Jefe Nacional del T.N.S